Bailar al cante:

 


 Una propuesta didáctica para el baile flamenco desde la escucha consciente


“Hay que escuchar mucho cante”, se oye decir con frecuencia en el mundo del flamenco como una máxima de sabiduría popular. Es una sentencia que se repite constantemente y una recomendación vehemente cuando se comienza el proceso de aprendizaje y de inmersión: “ponte los auriculares y escucha todo el tiempo: mientras caminas, mientras cocinas, mientras [ponga aquí la actividad de su elección] … Y verás cómo lo vas interiorizando”. Y, claro, escuchar el cante todo el tiempo sí ayuda a familiarizarse con el lenguaje y con las formas, pero no garantiza su comprensión; y no se puede dialogar con aquello que no se comprende. Entonces, ¿cómo lograr dar el paso entre escuchar el cante y comprenderlo para poder bailarlo? Pues bien, Gabriel Arango afirma que para bailar al cante hay que aprender a escucharlo. No basta con escucharlo nada más.

Alrededor de esta idea se construye el último libro del bailarín e investigador argentino, Bailar al cante, deconstrucción y estructura, presentado el pasado 18 de mayo en el Centro Andaluz de Documentación del Flamenco, en el marco del XXV Festival de Jerez, como actividades paralelas propuestas por El Soniquete de Lola. El título de esta propuesta pedagógica habla por sí mismo: para poder bailar al cante, la escucha tiene que pasar por la deconstrucción y la aproximación consciente a su estructura. ¿Deconstrucción en qué sentido? Gabriel parte de la experiencia de sus primeros acercamientos al flamenco y cuenta que (como se hace aún en muchos lugares), las clases de baile se daban montando una coreografía sobre una pista. ¿Qué pasaba entonces? Que las y los alumnos se familiarizaban con la música, pero no necesariamente escuchaban el cante, ni lo decodificaban. Y, dice Gabriel, “si no escuchamos, no podemos bailar”. Y añade, para escuchar el cante, hay que escuchar los elementos de la música flamenca por separado.

Esa es la razón de ser del mencionado libro: dar a maestra/os y alumna/os una herramienta de trabajo que permita una aproximación a los principales estilos de cante para baile y facilitarles el trabajo de decodificación para que, a partir del mismo, puedan articular una puesta básica para un montaje de baile. Es así que el libro, como herramienta, busca dar libertad al proceso creativo y de aprendizaje de los y las estudiantes de una manera sencilla, atendiendo a su manera de entender las cosas. ¿Qué quiero decir con esto? En la presentación, Gabriel expone que un reto que representa la enseñanza de la escucha del cante para bailaores y bailaoras es que ellos y ellas se sitúan ante el mundo desde el cuerpo y el movimiento, mientras que el cante se sitúa en un espacio que corresponde un poco más a la quietud y la escucha. De manera que el autor estructura el libro y lo complementa con diversos recursos interactivos (gráficos, ilustraciones, actividades, tarjetas didácticas y códigos QR que llevan a sitios en la web con ejemplos de los cantes abordados) para generar una propuesta dinámica que capte la atención de la/os alumna/os y les permita adentrarse en el cante para adquirir una autonomía a la hora de bailar desde el conocimiento.

Es así que la propuesta no se queda en la escucha, es un paso a paso en la decodificación a través de la misma para pasar a la acción; como en el taller que sucedió a la presentación y contextualización del libro, se proponen actividades que permitan comprender una letra, pero que, a la vez, sean un ejercicio de composición. Y entonces, se hace posible dar un paso a un lado de la enseñanza conductista y dirigida, que forma repetidores más que personas autónomas, para permitir una aproximación y apropiación de los elementos y los códigos, de modo que sea posible para la/os alumna/os proponer desde lo que es cada uno y cada una, desde aquello que les es propio, para ponerlo a bailar.

Dice el autor en la introducción: “La propuesta de este trabajo es despojar el baile de todo su entorno, creencias, maquillaje y figuraciones para entenderlo, para estudiarlo desde lo que llaman la raíz, la esencia, entendiendo qué estructura hace que un baile sea de determinada manera”. De forma que, así, el baile quede a entera disposición de quien se propone bailar. ¿Cómo lo hace? Voy a detenerme un poco más en la estructura del libro para que se hagan una idea que consta de tres partes: una primera en la que se propone una explicación general de lo que es el cante para baile, se explica lo que es una letra y se aclaran algunos conceptos determinantes; una segunda, en la que se abordan y desglosan los palos del flamenco (no todos, sino los más representativos), agrupados secuencialmente en tres ciclos; y una tercera, titulada “Didáctica de la danza”, donde se encuentra una serie de actividades para afianzar el aprendizaje. Todo ello constituye una unidad muy completa y sólida con recursos claros para quien se aproxime a ella.


Dicho todo esto, y para ir cerrando, creo pertinente afirmar que la máxima popular es cierta y, sí, que hay que escuchar mucho cante. Pero, para facilitar la comprensión, el disfrute y la libertad a la hora de bailar, hay que aprender a escucharlo. ¿Y qué mejor manera de hacerlo que con una guía estructurada, dinámica y sencilla como es
Bailar al cante, de Gabriel Arango? No me alargo más. A quien le interese profundizar, le recomiendo sinceramente conseguir el libro y realizar, de su mano, su propio trabajo personal.

  Clara Galindo

Centro Andaluz de Documentación del Flamenco

18 de mayo de 2021

Foto: Paco Benavent

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