El Cuerpo del Otro
Olga Pericet, una búsqueda personal que se descubre en el cuerpo del “otro”.
Por Gabriel Vaudagna Arango
La
bailaora nos cuenta sobre el cuerpo, la obra, el mito y el dolor. Indaga en su
propia carne los procesos de construcción de una obra que la llevo a re-descubrir
su propio interior. Una forma de mirarse en los movimientos de quién imita y
hacerlos propio o ser el otro como carne y creación.
En
Madrid, en pleno desafío entre el encierro y la libertad nos encontramos con
Olga Pericet para desentrañar algunos fragmentos de su creación, que le valió
este año hacerse del Premio Max al mejor espectáculo: Un Cuerpo Infinito.
El uso del cuerpo en el flamenco
y la exposición de la piel es algo prohibido, algo censurado, algo de lo que no
se debe hablar. Qué sucede en el flamenco que el cuerpo siempre está oculto,
debajo de tantos vestuarios…
- Creo que forma parte de la
tradición, que hay restricción por la realidad, no deja de ser un arte que
viene de algo histórico y que la tradición y la costumbre era bailar de una
manera más tapada, con su ornamentación, su traje. Creo que eso está cambiando
porque creo que es ilógico. Si te vas a la pintura o al momento en que tenemos
noticias de él -baile flamenco- aparecen señales de liberal o exótico… El
exceso de vestuario creo que es un reflejo de algo de tradición.
En la pintura costumbrista
las bailaoras aparecen con sayas, vestidas de manera más simple. Cree usted que
es una tradición o forma parte de un mercado.
- Creo que no es el mercado,
sino un ritual. Indiferentemente a las modas con relación a las décadas, en las
que sucede, o el recorrido, pero cuando eso se hace contemporáneo -actual- o
cuando el flamenco se utiliza más despojado, donde viaja con otras disciplinas
de la escena, allí se trasmuta y si es necesario ver un cuerpo desnudo y es
maravilloso.
De hecho, a mí me encanta,
porque si quitas la peineta, ese mantón de esa gitana gorda, o de esa bailaora
chica, es un arte muy interesante porque hay muchos volúmenes de cuerpos. De
hecho, no hay una estética como en el clásico o el contemporáneo que tiene un cuerpo
específico, delgado, con piernas largas… el flamenco en cambio es más libre
para eso.
En Un Cuerpo Infinito
hay poco uso del vestuario tradicional, en una escena aparece con una maya
color piel, casi como desnuda…
- En Cuerpo infinito
no se buscaba un traje tradicional al uso. No es un trabajo en esa dirección. Hay
una búsqueda a otras disciplinas de danza y se trasmuta allí el flamenco, va
más al concepto. No se necesita un volante, ni lunares, no va en esa línea.
En la obra y el uso del
cuerpo hay un trabajo de apropiación de los movimientos de “otro” en este caso
al de Carmen Amaya.
Cómo es el trabajo de
adaptación a tu cuerpo de un cuerpo externo, cómo se aborda la creación desde
ese lugar y qué consecuencias trae para tu propio cuerpo.
- Bueno yo he tenido que
hacer primero un trabajo muscular, porque allí está la pregunta de la creación.
¿Te asemejas más al movimiento de Carmen o vas más al tuyo? Eso no lo he
sabido hasta el final del proceso. Para saberlo tuve que hacer un paseo
muscular por toda ella. Sabiendo las semejanzas del tamaño de ambas, empecé a
ver en lo que sí me parecía y en lo que no me parecía en nada a ella. Empecé a
estudiar sus movimientos y ha habido un estudio muy profundo donde yo he
aprendido mucho de mí, buscándola a ella. Y la decisión fue mucha dureza a la
hora de bailar. Era acostumbrarte a movimientos que no quería que sean
literales, pero sí que tuvieran ese eco. Y otros que me di cuenta que tenemos
todas las bailaoras de hoy, algo que está en todas las bailaoras que es el eco
que dejó ella. No sólo por bailar con pantalones, que ya se había hecho antes,
sino por darle lo femenino a esos pantalones, Carmen le dio otra línea, otro
estilo.
Dejo esas escobillas
fuertes, esos giros brutales, brazos recortados, movimientos de cabeza, que
también lo siguió Antonio -Ruiz- que era su fan. Allí me di cuenta que yo tenía
mucho de ella en mi propia formación de escuela.
Otras veces en el cuerpo he
sentido el dolor. No solo por ella, sino por la dureza de la técnica con la que
se trabajaba antes, las rodillas, la dureza de las piernas, todo a base de
fuerza. Las plantas con una dureza brutal, el movimiento de ella era hacia
adentro y recortado… No hay extensión, estirar, sino más bien todo lo contrario
y como demasiado salvaje, con velocidad, con animalidad y eso genera mucho
dolor. Eso agotaba mi cuerpo. De allí me dio la idea de no imitarla sino
seguirla, repetirla y volver a ella, de allí salió el concepto contemporáneo,
repetir de manera deformada su eco.
Ese cuerpo quedó afectado.
Ahora ¿es Olga o Carmen la que había en ti? Podrías hacer una nueva obra
despojada de ese trabajo corporal.
- Algo se quedará, sobre
todo en mi cabeza, todo el estudio que he tenido, incluso ahora me doy cuenta
de dónde tengo deficiencia. Eso me ha servido para estudiar más profundamente y
cuestionarme mis movimientos, profundizar desde dónde viene, incluso creo que
me ha servido para evolucionar y eso me lo voy a quedar. Hay veces que de un trabajo
se saca un lenguaje. En mi caso, te metes en el cuerpo y en el lenguaje
corporal, incluso trabajando algunos palos diferentes en otros espectáculos, a
la hora de bailar algo se queda en tu cuerpo, pero algo también se deja en la
percha al salir del teatro.
Hay un planteo en la obra Un
Cuerpo Infinito de representar a Carmen como un astro, algo celestial… ¿cómo
se llega a ese lugar?
- La metáfora me gustaba y
la simbología también. Ella es como los grandes genios que nunca mueren,
grandes figuras que siempre están con nosotros, ella es una referencia. Y
quería preguntarme como estaría ahora y buscarla en ese universo, en ese
umbral. A la vez, distanciarla de esa visión del mundo flamenco, incluso del
que a mí me costaba alejarme. Quería hacer otro mundo. Otro universo. Con el
asesor de dramaturgia salío eso, buscar en otro universo, buscarla en lo aéreo,
en lo efímero, hacer otra plantilla de ella… y me encantó porque hay un eco de
ella que me gustó. Es como preguntarle en el ahora tantas cosas que ella tuvo
como mujer adelantada.
Al realizar un estudio sobre
Carmen cree usted que el uso de los pantalones y el exceso de zapateo fue
porque ella quería parecerse a un hombre, para competir, o por gusto. Usted a qué
se lo atribuye.
- Nunca se sabe con ella quién
toma la decisión. Pienso que ella sabía de la fuerza que tenía y que buscó su
evolución, y que los pantalones salío como resultado de un producto americano.
Cuando a ella la cogió el representante, que la lanzó por América, surgió ese
vestuario como producto y estilo. También coincide que había terminado la
guerra y la mujer empezó a usar los pantalones, pero en su caso fue un producto
creado para el show.
Su potencial era lo racial y
su salvajismo ella no se codeaba con intelectuales de la época como lo hizo en
su momento La Argentinita, no era algo elaborado el uso del vestuario, pero sabía
cómo sacar un producto adelante, era muy inteligente…
¿Cómo afectó su cuerpo la
Pandemia?
Yo creo que para bien, me ha
dado conciencia de lo importante que es tenerlo activo, conciencia del cómo te
bloquea el estrés y lo importante que es el flamenco para nosotros. Hay muchos
bloqueos que vienen de la cabeza y afecta el cuerpo, la tranquilidad hizo que
vea lo importante que es estar bien y cuidar el cuerpo.
¿Cómo afectó la pandemia tu
trabajo?
- Eso todavía no lo sabemos,
hay un parón las artes cambiaron hacia otro lado, pero no sabemos cómo nos va a
afectar. Siento que todo está parado y eso me hace reflexionar. Como empresaria
he tenido un parón, iba a realizar una gira por Nueva York y eso es dinero que
no ingresa… y hay un cambio y hay que amoldarse.
Llamarse Olga Pericet,
portar un apellido conocido te condicionó al empezar a bailar o te favoreció.
- Entiendo que es un
apellido de bandera, me gustó y encuentro muchas similitudes con ellos, me hace
ilusión y es algo que siento mío. Pero en principio mi primer apellido es Ramos,
y sí me condicionó y por eso me puse el segundo que es Pericet. Cuando vine a
Madrid había una cupletista muy famosa llamada Olga Ramos, yo la conocí. Entonces
yo había empezado a bailar por los tablaos y me llamaban diciéndome que estaba
utilizando el nombre de la cupletista… y tenía unos problemas con eso, entonces
me lo cambié por Pericet.
Mi familia está allí, yo
estudié con mi tío Eloy al llegar a Madrid, y ellos estaban muy felices de que
un familiar, un poco lejano, lleve su genética y haya salido bailando… Cuando
se murió mi tío Eloy, al que quiero muchísimo, sus hijas me dijeron: “mira que
bien que estés tú representando a la familia y que los Pericet sigan teniendo
su representación en la danza hoy en día”. Eso me gustó.
¿Cómo sigue Un Cuerpo
Infinito?
Sigue, eso es importante. No
sabemos aun cómo seguirá el año 21.
Para cuándo por Argentina
Quiero ir…. Quiero ir!!
Muy interesante y aporta muchísimo esta entrevista realizada a una de las bailaoras que pude ver y apreciar con mucha intensidad su danza en un espectáculo que no recuerdo el nombre del mismo, en el Festival de Jerez del 2015. Siempre me llamó la atención su complexión física, porque es pequeña pero se hace grande en el escenario, es maravillosa verla bailar.
ResponderEliminarCon respecto al tema del vestuario en el flamenco, me pregunto si el dejar de utilizar o ir disminuyendo la cantidad del mismo a la hora de bailar cambiaría la forma del baile, sería menos o más flamenco por llevar por ejemplo un vestuario más despojado. De acuerdo al público en general, hay una idea de ver un vestuario determinado a la hora de ir a un espectáculo de flamenco . Pero con el transcurso del tiempo todo va cambiando, no se sabe bien si es evolución o no. Sería un tema que daría para mucho más....
Desde mi punto de vista, es muy interesante lo que describe la bailaora con respecto a ese descubrimiento de su movimiento, de su danza a medida que va indagando en el baile de Carmen Amaya. Supongo que no debe ser fácil ese proceso porque el estudiar detenidamente los movimientos de otra persona, quizás buscar imitarla pero también ser vos misma, integra una serie de sensaciones, emociones y búsquedas, como señala Olga, infinitas.
Cuando me enteré de su espectáculo que estaba inspirado en Carmen Amaya, me puse a pensar de la simiitud del cuerpo de Olga con la de Carmen y dejo la siguiente pregunta desde el breve estudio que realicé sobre la fenomenología del cuerpo de Husserl, sobre las sensaciones que se generan en el cuerpo de Olga en el momento de recorrer la danza de Carmen Amaya pero que en definitiva es en su cuerpo, aunque ella lo describe, no dejar de ser curioso ese proceso de investigación .
Gracias Gabriel Arango por acercarnos a los espectáculos de diferentes artistas a los que estamos lejos y no podemos verlos en vivo, porque a través de tus entrevistas y comentarios, aprendemos y avanzamos a ser críticos y a cuestionarnos el sentido de lo que hacemos en el momento de bailar, crear una coreográfia, investigar, etc,
gracias