LORCA Y LA PASIÓN



Un mar de sueños

Con motivo de la realización de la decimoctava edición del programa Lorca y Granada en los Jardines del Generalife se presenta desde el 18 de julio hasta el 31 de agosta la obra Lorca y la Pasión, un mar de sueños. Con idea y dirección general de Marina Heredia, guion y dirección de escena a cargo de Rosario Pardo; creación y dirección coreográfica Eva “Yerbabuena”; dirección musical José Quevedo Bolita. Contando además con Miguel Poveda, José Valencia y Farruquito como invitados algunos días.

La obra trabaja sobre la idea de pastiche como composición contemporánea en el cual se ensamblan imágenes en diferentes pantallas, sonidos urbanos que se cruzan con guitarras flamencas y sonidos electrónicos. El paisaje sonoro crea un estado de caos, y la figura de un bailaor personificando al “caballo negro” va ingresando desde el lateral. Su vestuario es de cuero negro y posee una máscara de caballo. La pieza inspirada en El Público (1933) obra de Federico García Lorca, es la primera de las cuatro seleccionadas por la directora para representar o recrear.

Entre el paisaje sonoro una bulería por soleá le sirve al Caballo Negro -Farruquito- para improvisar con sus pies diferentes momentos. El público espera la actuación del invitado, pero la máscara que personificaba no lograba sacar el potencial que guarda, hasta que finalmente se la quita, y baila como él siempre lo hace, quizás satisfaciendo su deseo y el de los espectadores.

Mientras el caballo negro “baila” un cuerpo de baile completa el cuadro, formando diferentes diseños coreográficos con una linealidad fragmentada. Hay momentos de repetición, de simultaneidad y de ruptura que operan como paisaje de movimiento alineándose al concepto musical. La voz de la directora y protagonista -Marina Heredia- va componiendo los diferentes climas entre palos del flamenco y poemas de Lorca, frases y partes de las obras seleccionadas.

La escena se oscurece cuando desde el patio de butacas la actriz María Alfonso Rosso en la piel de Bernarda Alba (1936) empieza a decir un fragmento de la obra «en ocho años que dure el luto no ha de entrar en esta casa ni el viento de la calle…» Las hijas -cuerpo de baile- van entrando en distintas direcciones hacia el escenario mientras rezan. «Silencio grita Bernarda» y sus hijas componen figuras en el espacio y la Poncia -Marina Heredia- va construyendo un relato que se sirve de canciones y recitado del texto. La secuencia coreográfica tiene en la repetición el modelo para producir movimientos. El patrón musical y el patrón de movimientos coincide y vuelven a comenzar como en un bucle.  

Esta es la obra más desarrollada en escena y la que más intervenciones va teniendo, entre imágenes, actuaciones, danza y música. Aparece la figura de Pepe el Romano en un doble papel interpretado por José Valencia como invitado y por uno de los bailaores del cuerpo de baile -Cristina Lozano-. El momento de más juego entre danza y música será la escena de los segadores donde bailan un fandango del Albaicín. Suena la castañuela como elemento recuperado del folklore, interpretados por todos los hombres mientras las hijas los miran detrás de la ventana encerradas en su casa.

La obra sigue el mismo lineamiento planteado en la versión de teatro de Lorca, no hay un aporte nuevo, sino una manera narrarlo combinando todos los elementos posibles que intervienen para esta obra. Otra de las escenas con un alto contenido sensual y de placer estético es cuando Adela se baña sobre un fuentón de chapa vertiéndose agua con un jarrón y llega Pepe el Romano. Finalmente, Adela desafía los límites y muere por amor o por opresión.


La siguiente puesta es Así que pasen cinco años (1931), también interviene todos los elementos proyecciones, música y canciones. Esta es una puesta donde prevalece el cante, con diferentes intervenciones y el cuerpo de baile aparece para crea algunos climas. Una nota de color la hacen en especie de tanguillos vestidos los hombres de jugadores de rugby y las mujeres con unas faldas muy cortas coloridas y de lunares, la escena es recibida con gracia.

La última de las obras es Mariana Pineda (1925), es en la que más se crea un clima sórdido, tenso, entre el vínculo del cuerpo de baile y la interprete -Marina Heredia-, es un momento en que se obliga al espectador a reflexionar sobre la libertad, sobre el poder, sobre el abuso. La escena con Pedrosa -Chema del Barco- genera un clima de impotencia que, al pedido de libertad, en la voz de la protagonista suena por fandangos. Mientras es detenida Mariana Pineda suena una petenera que dará fin a una larga puesta en escena. El público se retira en silencio después de un fuerte aplauso.

 Lorca y La Pasión, completa la última apuesta de la Agencia Andaluza que sigue apostando por homenajear al poeta granadino en su propia tierra.

Gabriel Vaudagna

Jardines del Generalife / Granada 25 de julio 2019
Fotografía: José Manuel Grimaldi

FICHA TÉCNICA
Director: Marina Heredia
Guión: Rosario Prado
Ayudante de dirección: Inés González-Boza
Realizador: José Sánchez-Montes
Coreografía: Eva Yerbabuena
Dirección de Producción: Oficina de Marina Heredia, Manuela Franco.
Música original. José Quebedo Bolita
Artistas Invitados: Miguel Poveda, José Valencia y Farruquito
Actores: María Alfonsa Rosso; Chema del Barco
Primer bailarín: Mariano Bernal
Cuerpo de baile: Florencia Oz, Cristina Aguilera, Cristina Soler, Irene Morales, Irene Rueda, Cristian Lozano, Adrián Sánchez, Antonio González, Raimundo Benítez.
Músicos:
Guitarras: Rubén Campos, Marcos Palometas
Percusión: Rafael Moisés Heredia
Cante: Antonio “El Turry”. Víctor Carrasco, Anabel Rivera, Fita Heredia.
Asesoría Literaria: Jesús Lens
Dirección audiovisual: José Sánchez-Montes
Videomapping: Visuales Tama
Escenógrafo: Txiky López
Iluminación: Benito Casado
Sonido: Fali Pipió
Maquinaria: Antonio Garzón
Regiduría: Cristina Berhó

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