GRITO PELAO
Rocío Molina presenta
una obra dónde expone su intimidad, su deseo de ser madre, su mundo interno,
sus miedos. Una madre, su madre y una mujer que es madre.
La obra transcurre en
una playa de arena blanca, y en el centro una pequeña piscina. Todo el teatro
de la Maestranza se ha convertido en ello y sobre el fondo una gran pantalla
que va proyectando diversas imágenes de plásticas.
A Rocío Molina hay
que verla con la mirada vacía, no esperando a que baile lo que el espectador
quiera, sino dejarser sorprender de lo que la artista propone. Grito Pelao es el miedo que le produce
transformarse en una madre soltera que ha decidido inseminarse para dar a luz. Grito Pelao es poético, en imágenes y
sonidos, es una defensa hacia la Sororidad
entre las mujeres. Es la maternidad como tema recurrente.
Comienza ella sola
sobre una silla haciendo unos movimientos pequeños, con la proyección de una
especie de fondo de agua al estilo Monet, como si ella misma fuera la bebe.
Luego aparece la madre -Lola- y habla al público cuenta sobre su hija, sobre su
deseo de ser madre soltera y que tiene siete meses de embarazo. Rocío cuenta
sobre su sexualidad. Luego le pide a su madre que baile para la niña. Lola va
hacia el fondo de la playa hay una especie de barra de ballet y tomada levemente
marca unos ochos y voleos como si fuera tango argentino, lleva puesto una falda
recta y unos tacones altos de brillo. En el otro extremo y apoyada sobre una
banqueta Molina empieza a copiar esos movimientos y luego los irrumpe con
sonidos de pies.
Silvia Pérez Cruz,
canta una canción que por momento tiene cadencia de fado, dice en sus letras grito pelao, haciendo alusión a la obra.
Interviene en varios momentos y su voz es de una dulzura especial, es muy difícil
no emocionarse con Silvia, y suma a su discurso la propia experiencia de cuando
ella fue madre.
Luego aparece un
baile, Molina cuenta de sus primeros pasos, de que le gustaba bailar el taranto
de Fernando Romero y lo baila, con unos chinchines que suenan divinamente, también
da cuenta de los cambios que se han producido en la forma de bailarse.
Otra vez imágenes en
el fondo, sonidos intervenidos con la voz de Silvia, suena un tambor con ecos
de folklore latinoamericano, suenan palmas.
La madre -Lola- con
un mantón sobre la cabeza camina de rodillas y cuenta porque del nombre de su
hija, ella a su lado avanza como en una procesión. Rocío eres una promesa a la virgen por eso tu nombre…
Hay otra canción, hay
un tema recurrente de ser madre soltera, de tener hijo sin padre y Molina sale
de escena para volver a entrar con una gran barba, ahora es ella el hombre, y
baila por alegrías, canta el “Oruco”, y sobre su voz aparece a de Silvia para
crear un contraste.
Vuelve a intervenir,
sonidos e imágenes proyectadas que van cambiando de colores y formas, para luego
sobre el fondo ella -Rocío- empieza a desvestirse, y en pose cual maja desnuda,
va entrando a la piscina, juega en el agua, baila. Al fina sale y se coloca una
bata y con un micrófono que apoya por su cuerpo se escucha su corazón y luego el
de la niña en su vientre.
Grito pelao, es una obra con constantes guiños a la mujer, a lo
femenino y al amor. Es una obra realizada por una bailaora flamenca pero que
muestra otras partes de sí misma. El programa de mano dice: la pieza nos avisa que la apuesta es otra,
que no se trata de venir a ver bailar a una de las grandes del flamenco…
sin embargo Molina no deja de ser una de las máximas exponentes del flamenco,
aunque decida contar otra cosa.
Grito Pelao no es una obra para el ortodoxo o el flamencólogo, o
para el aficionado a la peña, es una obra para un público abierto capaz de
emocionarse y dejarse contar algo diferente a su propio deseo. Algo del mundo
de una artista habitada por un mundo de ideas y emociones.
Gabriel Vaudagna /Sevilla Bienal
2018.
Foto: Oscar Romero Prensa de la Bienal.
FICHA TÉCNICA
Baile: Rocío Molina
Voz: Silvia Pérez Cruz
Danza: Lola Cruz
Guitarra: Eduardo Trassierra
Violín: Carlos Monfort
Compás: José Manuel Ramos “Oruco”
Electrónica: Carlos Gárate
Dirección artística: Carlos Marquerie, Rocío Molina y
Silvia Pérez Cruz
Dramaturgia: Carlos Marquerie
Coreografía: Rocío Molina
Concepto musical: Silvia Pérez Cruz
Set. 18 Teatro de la Maestranza
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